La alicantina
Cristina de Middel, 38 años, dejó
atrás su pasado como fotoperiodista en 'La Información' y salió a la
conquista del espacio exterior con sus 'Afronautas', exhibidos estos
días en toda su dimensión en la
Photographer's Gallery de Londres y con
la vitola de finalista del Premio Deutsche Börse.
El catalán
Jordi Ruiz Cirera, 28, dio el salto del
diseño gráfico a la fotografía documental, y de ahí, a ganar el Taylor
Wessing de la National Portrait Gallery con un retrato de una
irresistible cualidad pictórica que ha dado la vuelta al mundo: el de
Magarita Teichroeb, la menonita boliviana.
Edurne Aginaga, 31, cambió hace ocho años el País
Vasco por Londres (con escala en Granada) y ha redescubierto ahora su
ciudad adoptiva de abajo hacia arriba, con una mirada surrealista
deudora de René Magritte, en una serie titulada 'Lie down' que acaba de
ser finalista del premio Sony de fotografía.
Algo está ocurriendo sin duda con la fotografía española, y Londres
se ha convertido de la noche a la mañana en el mejor muestrario. "La
situación económica está obligando a la gente a dar el do pecho fuera de España
y lograr de paso un reconocimiento que allí no teníamos", certifica
Cristina de Middel, que sin embargo se considera simplemente de paso por
Oxford Street, después de ese "año de utopía" que decidió regalararse.
Reglas fuera
"En todo el mundo se está reconociendo a estas alturas el gran talento de los fotógrafos españoles, ahí tenemos el Pulitzer de Manuel Brabo y el
World Press Photo de Samuel Aranda", recuerda De Middel.
"En mi caso, me he saltado a la torera todas las reglas del buen
fotoperiodismo", reconoce la alicantina. Su proyecto, inspirado por el
fallido programa espacial de Zambia en 1964, está realizado en realidad
en los áridos arrabales de Alicante, con un puñado de 'extras' locales y
con un espíritu deudor del mejor Ed Wood y de las películas de serie B (la escafandra del 'afronauta' es realidad el globo de una farola).
El resultado es una sucesión de imágenes delirantes, en colores
desaturados como los de cualquier álbum familiar de aquellos tiempos,
con ese doble contrapunto espacial y africano que dispara la imaginación hasta la mesosfera.
"Cuando ofrecí publicar los 'Afronautas' en las revistas españolas,
lo rechazaron porque 'no lo entendían'", recuerda Cristina de Middel.
"El mismo problema tuve con la galería con la que trabajaba: me dijeron
que era una cosa rara y difícil de vender".
Al final, De Middel optó por la autoedición, con la
ayuda de la sala Kursala de la Universidad de Cádiz. El libro se
convirtió en objeto de culto en el Festival de Arles, donde ganó el
Photo Folio Review. El fotógrafo de Magnum y coleccionista Martin Parr,
se enamoró de la imágenes y compró 30 ejermplares. Ahora mismo se cotiza
en eBay por encima de los 3.500 euros.
Lo que está pasando con los 'Afronautas' ni ella misma se lo explica.
Los acaba de exponer en París y ahora se los lleva a Dakar... "Para los
africanos, es una fabulación de su propia realidad y aceptan las
imágenes sin mayor problema. Quienes más violentados se sienten a veces
son los europeos. Pero yo no pretendo explotar la imagen de los
africanos, al revés: me interesa rescatar la magia y la mística de
África, que sólo suele salir en los periódicos con las matanzas, las
hambrunas o las epidemias. Hay otra África que por desgracia no reflejan
los medios. Y ése es en el fondo mi propósito: romper la relación entre
fotografía y realidad".
Muchos dudan de la veracidad no ya de las fotos, sino de la historia
detrás de los 'Afronautas¡. Pero ahí están las pruebas, en los titulares
de los periódicos, con el profesor de ciencia Makuka Nkoloso
proclamando aquello de "¡Vamos a ir a Marte!" (con 11 hombres y una mujer astronauta, dos gatos y un misionero).
"Encontré la noticia en una lista de los proyectos más increíbles de
la historia y desde entonces me atrapó", reconoce De Middel, a punto de
publicar otro libro en el que "redefine" la noción de fotografía de
calle y avanzando en el siguiente gran proyecto: 'Party', su visión
peculiar de China usando como guía el 'Libro Rojo' de Mao (previamente autocensurado).
Dejamos a Cristina de Middel, tramando el salto a un país más cálido
("probablemente México"), y seguimos el rastro de Jordi Ruiz Cirera por
el este de Londres. En la ciudad sin límites, y tras su paso por London College of Communication, encontró este catalán el impulso que necesitaba para dar rienda suelta a su pasión por la fotografía documental.
Quería y no quería
Sus imágenes de los menonitas, una comunidad religiosa que rechaza
como los amish todo indicio de modernidad, le han valido el premio más
prestigioso de retratos en el Reino Unido... Margarita Teichroeb,
una mujer de 26 años, mira a la cámara con una mezcla de timidez,
confusión y miedo desde una mesa, mientras dos compañeras de su
comunidad trabajan a sus espaldas en una cocina desolada y austera.
"Margarita quería y no quería mirar a la cámara",
recuerda Jordi. "Los menonitas rechazan la fotografía, y lo cierto es
que tuve hacer un primer viaje sólo para ganarme su confianza antes de
poder disparar. Su expresión refleja de algún modo ese aislamiento y ese
temor a lo que viene de fuera. Sólo pude hacerle tres fotos en esas
circunstancias, aunque se ve que no le disgustó del todo. Luego quiso
que le tirara más fotos fuera".
Ruiz Cirera trabaja con la agencia Laif y ha publicado sus fotos en
el 'Sunday Times', 'Il Corriere della Sera' y 'Gara'. "Empecé a trabajar
en la fotografía aquí en Londres y no tengo mucha experiencia con
medios españoles", reconoce, no sin antes admitir que el trabajo que la
ha valido el reconocimiento mundial no lo llegaron a publicar en su
momento en España. En la capital británica, eso sí, ha tendido redes
con otros fotógrafos autóctonos gracias a la labor del Círculo Creativo
London (donde se dan la mano, entre otros, Pau Ros, David Ozkoidi, Alba
Soler o Ana Cuba).
En mayo, Jordi Ruiz Cirera verá por fin su obra colgada en una
galería madrileña. Ultimamente ha estado en Murcia trabajando en una
serie sobre los efectos de la crisis económica, pero su presente y su
futuro están de momento en Londres, donde trabaja a tiempo parcial en un
comisión de la Historical Royal Palace, mientras le da vuelta a otros proyectos en Palestina y Sudamérica.
Admirador de los fotógrafos de Magnum, como Josef Koudelka y David
Alan Harvey, pasando por Zed Nelson o por Jonathan Torgovnic, Ruiz
Cirera admite que el futuro del fotoperiodismo está tan encapotado como
los cielos de Londres: "No lo veo nada claro, la verdad, pero al menos
aquí hay movimiento y una creatividad constante. La vida es dura y muy cara en esta ciudad,
y te lleva tiempo acoplarte. Hay también mucha competencia, pero eso al
final tiene su recompensa porque te acabas exigiendo más a ti mismo".
Todos abajo
Buscando "nuevas experiencias", después de descubrir la ciudad a los
19 años, llegó a Londres Edurne Aginaga. Empezó de camarera, como
tantos, con el sueño inconfesable de "estudiar para fotógrafa
profesional" y meter baza al cabo de ocho años en la final de los Premio
Sony: tercer puesto a la mejor fotografía conceptual con 'Lie down'.
Desde abajo, mirando hacia arriba, Edurne Aginaga ha logrado
conciliar su pasado con su futuro con varios edificios de la zona de
King Cross, hermanados por arte del surrealismo con sus orígenes vascos:
"En 'Home', por ejemplo, mi subconsciente sale a flote con la diferencia entre Londres y San Juan.
Mis dos hogares son inseparables y me han aportado mucho. Al fin y al
cabo, llegué aquí como una chica de pueblo, con escala previa en
Granada, atraída por el movimiento incesante y la increíble diversidad
cultural".
Pese a su incursión en la foto conceptual, el retrato sigue siendo la
debilidad de Eudurne Aginaga, enganchada a Robert Mapplethorpe. Aginaga
alterna la cámara analógica con la digital, pero poniendo siempre un
límite muy claro al 'photoshop' y decantándose hacia el blanco y negro,
aun sin desdeñar el color... "En la serie 'Lie down' no hay retoques.
Todo es lo que parece, en su perspectiva original. Mi trabajo me costó
convencer o burlar a los guardias de seguridad de los edificios que
fotografié. Ahora han descubierto lo que me traída entre manos".
También finalista del Sony, el valenciano Daniel Duart pasó
fugazmente por Londres con 'Ciudades desde un taxi'. El proyecto nació
en Nueva York, desde el interior de un 'yellow cab', y llevó hasta un
Mercedes en Marrakech, la ciudad más difícil: "El taxista no entendía muy bien
que lo único que quería era dar vueltas por la ciudad y que me la
enseñase sobre la marcha... Me dejó en la parada y tuve que coger otro
taxi".
En contraste con su trabajo anterior, 'No pain no gain', con fotos en
primerísimo plano del dolor de los deportistas, Duart intentó esta vez
esconderse dentro del taxi y asomarse con la premura de un 'turista express',
sin tiempo siquiera para poner el pie en la ciudades que visita: "De
alguna manera es una reflexión de este mundo a toda prisa en el que
vivimos. Hoy por hoy queremos absorber toda la información, virtualizar
la experiencia. Paradójicamente, vivimos en una sociedad cada vez más
irreal".
De paso por Londres, el fotógrafo
Alvaro Valdecantos y la diseñadora de iluminación
Irene Bas
han sido seleccionados por el Light Collective en la reciente muestra
colectiva 'One beam of light'. A tres bandas, jugando con la
iluminación, el diseño y la fotografía, la pareja de interioristas
españoles respondieron por partida doble ('Lighmade 1' y 'Lighmade 2')
al reto de usar un solo haz de luz y captarlo con una sola foto
"impactante".
Fuente: Periodico El Mundo