Viendo estas fotos en blanco y negro, algunas terribles, otras llenas de
romanticismo e incluso de ternura, todas ellas testimonio mudo de una
época indeseable de la Humanidad, la de la I Guerra Mundial, uno piensa
en Senderos de gloria, la película con la que Stanley Kubrick
retrató en 1957 la sinrazón de la contienda y sus miserias. Tras un
repaso veloz a estas imágenes, tomadas durante y después de la Gran
Guerra por un militar anónimo que se recorrió todo el frente occidental
de norte a sur haciendo fotos con su unidad, uno piensa que podrían
estar hechas directamente por el responsable de la foto fija de aquela
obra maestra de Kubrick protagonizada por Kirk Douglas
Todo comenzó en 2003, cuando el fotoperiodista Pablo San Juan
encontró por casualidad en un mercado de Tánger un curioso material:
unas cajitas de madera, de 15 x 20 centímetros, dentro de cada una de
las cuales había 50 placas de vidrio con imágenes.
El vendedor le dijo que eran fotos pero que se veían al revés.
Lógico, teniendo en cuenta que eran negativos obtenidos con una cámara
estereoscópica Verascope. Cuando San Juan extrajo uno de aquellos
negativos comprobó que reproducía una escena bélica antigua. Intrigado,
no dudó en llamar de inmediato para contarle su hallazgo a su amigo
Jesús Rocandio, un fotógrafo riojano responsable de la Casa de la Imagen
de Logroño. La CDI es una entidad especializada en la conservación de
material fotográfico que ha impulsado iniciativas tan solventes como
Fotoconservación, un encuentro internacional celebrado en 2011 donde se
actualizaron las técnicas de restauración de patrimonio fotográfico.
Rocandio no dudó en recomendarle encarecidamente que comprara todas las
cajas. Lo hizo, y cuando estas llegaron a Logroño, Rocandio y sus
ayudantes descubrieron con gozo que habían adquirido un verdadero
tesoro: una colección de medio millar de negativos estereoscópicos de
gran calidad, fechados, localizados y, muchos de ellos, con comentarios.
Como explica el fotógrafo Carlos Trespaderne, compañero de Rocandio en
la Casa de la Imagen, “la técnica estereoscópica de aquella época
consistía en un cámara con dos objetivos y un disparador. La imagen que
se obtenía era doble y correspondía una a cada ojo. Las dos quedaban
recogidas en una placa de cristal, el negativo. Cuando la información
llegaba al cerebro creaba la sensación de profundidad”, una suerte de 3D
en los albores del siglo XX.
La colección supone un documento inédito de la I Guerra Mundial ya
que, “a diferencia de la mayoría de imágenes que conocemos sobre esta
contienda, nos sumerge de lleno en el frente de la contienda, en la
guerra de verdad; vemos las trincheras, las armas, los tanques, los
cañones, los ejércitos, las destrucciones... Nunca se había visto esta
guerra asím asegura Trespaderne.
La colección está formada por 500 negativos de entre 1916 y 1938. Un
primer bloque de 235 placas se obtuvieron durante las principales
batallas de esta contienda, como Verdun, Arras o Somme. El resto
corresponde a la posguerra y retrata escenas familiares y vacaciones
localizadas en Niza, el sur de Italia o el norte de África.
Aunque se sabe que el autor de estos negativos era un militar
francés, seguramente un capitán de artillería —extremo deducido por sus
minuciosos comentarios sobre el calibre de los cañones—, aún no se hay
datos sobre su identidad, ya que no firmaba sus fotografías. Ahora se
investiga quién era realmente este oficial aficionado a la fotografía
cuyo trabajo tiene, según él, “un gran valor documental y estético:
tenía un ojo fotográfico estupendo, sus planos están muy bien
construidos y sabía componer muy bien para 3D”.
La Casa de la Imagen inició hace ahora una década el lento proceso de
conservación de este material, estabilizándolo, aislándolo,
reproduciéndolo y realizando una complejísima restauración digital. “Las
cajas llegaron en muy malas condiciones, el clima del norte de África,
tan seco, es terrible, tenían hasta termitas”, recuerda Carlos
Trespaderne. En 2007 organizaron Bélica, una primera muestra
con una mínima parte de este material; y ahora trabajan para la puesta
en marcha de una exposición definitiva, y la publicación de un libro en
2014 con motivo del primer centenario del inicio de la contienda. Para
ello, la entidad se ha puesto en contacto con asociaciones y organismos
de diferentes países que participaron en la guerra, como Italia, Estados
Unidos, Australia, Nueva Zelanda o Reino Unido.
Ref: elpais.com